La irregularidad cristalizada en forma de anime. Si tuviera que hacer un símil futbolístico, Sora no Woto sería el resultado de plasmar la temporada que está haciendo el Atlético de Madrid en una serie animada, cambiando chicos sudorosos por jovencillas que no saben muy bien qué hacer en una guerra. No es sencillo encontrar los problemas que ha tenido, pero parece que todos nacen de una mala trama que una dirección excelente ha sido capaz de arreglar sólo parcialmente; sólo esto explicaría como de un argumento simplón ha derivado en una serie entrañable. La historia en sí no es nada destacable, así que habría pasado desapercibido en la mayoría de casos. Sin embargo, esto indudablemente llega más allá que un simple anime del montón.
Quizás viéndolo por partes es más sencillo entender este caso tan curioso. No es algo que acostumbre a hacer, pero aquí los aspectos técnicos tienen prioridad; son ellos los que le han dado un empujón enorme a la serie para convertirla en lo que es, por lo que sería injusto no hacerles debida mención. Nunca creí que les llegaría a perdonar lo que hicieron con los diseños, cambiando esta preciosidad por un clon de K-ON!, pero han redimido su culpa con una animación constantemente fluida y unos paisajes preciosos. Sigue sacándome una sonrisa reconocer los fondos de Cuenca por esa ciudad imaginaria de Seize; no sé si intencionalmente o por desconocimiento de la realidad, pero el cóctel cultural de la serie es realmente curioso: chicas francosuizas en una ciudad española luchando contra el Sacro Imperio Romanogermánico, aliñado con mitología de quién sabe dónde. Pero sin duda su punto álgido es la banda sonora. La OST no sólo es buena, sino que ha sido utilizada de una forma extremadamente inteligente. Los pocos momentos memorables que tiene Sora no Woto probablemente no lo serían sin sus insert songs de fondo, lo cual habla muy bien del apartado musical y deja en entredicho a la serie en sí.
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El primer punto flaco son los personajes. Si se pretende conseguir un anime serio no puedes tener un plantel digno de una comedia de instituto porque se rompe la magia de la ambientación que todos los demás elementos habían preparado perfectamente. Esto se hace especialmente notorio con Kanata, dándose la paradoja de que el protagonista es quien menos encaja en su serie; afortunadamente, los demás aprobarían, alguno de ellos incluso con buena nota. Así pues, la cojera en esta pata de la serie no es demasiado destacable, así que hay que buscar el gran problema en otro lugar. Y este se encuentra en el sitio más evidente, el argumento que hace tambalear toda la mesa. Los intentos de disimular su mediocridad, por muy bien realizados que estén, desembocan en un ritmo absurdo que encadena capítulos decentes con cosas innecesarias que impiden que la serie fluya con normalidad. La maniobra conservadora habitual hubiera sido simplemente seguir una línea de vulgaridad durante todo el anime, ya que la base no da para mucho más, pero esta vez han optado por tratar de superar eso. No estoy seguro de que el resultado sea el esperado, pero aplaudo la maniobra valiente.
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