Porque a todos nos gustan las traps. Los que pretenden negarlo aún están en la fase de aceptación, pero aquellos que ya la superamos hace tiempo podemos disfrutar de cosas como ésta; no se acerca a ser el mejor manga del momento, pero es una manera amena de matar un poco de tiempo. Simplemente tenéis que imaginaros el típico harem con triángulos, cuadrados y todo tipo de polígonos amorosos... y añadirle una trap. No le falta prácticamente ningún fetiche o tópico, como amigas de la infancia o promesas antiguas, pero la inclusión de esta nueva premisa es oxigeno para un género al que le estan agotando la vida a base de reutilización masiva de las situaciones. La serie no destaca especialmente en profundidad de personajes, más bien lo contrario; el protagonista carece de personalidad, es un indeciso exasperante y es probable que acabéis deseando su muerte. Así es, se trata de un protagonista normal de un harem.
El dibujo es irregular y rozando el aprobado justito en algunas ocasiones, pero nunca llega a ser algo negativo. Es curioso que la única que se mantenga perfectamente viñeta tras viñeta sea Yuki, la mujer-no-realmente-mujer. ¿Una sutil -o no- manera de decantar a los lectores?
Ah, sí, el argumento. Me pone en un aprieto tener que describirlo teniendo en cuenta su discutible existencia, pero se hará lo que se pueda. Kataoka Masato, un estudiante pervertido, vive solo hasta que un día un supuesto amigo de la infancia llega a su casa. Dicho amigo resulta ser una amiga. Con pene. Fin.
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